• Presenciamos un momento clave en la era de la comunicación, una nueva realidad completamente digital. • Una vez que asumimos lo digital como un estilo de vida, casi como una religión con filosofía propia, nos corresponde reflexionar acerca del ‘digital art’.
Por Elisa Rodríguez Campo – Crítica de arte – @ElisaRodriguezC
Concebido mediante y para la tecnología informática, el arte digital fluye a través de algoritmos y constituye definitivamente la desmaterialización de la obra de arte. El arte digital adquiere diferentes nombres dependiendo de la plataforma que lo sustenta, aprovechando la especificidad de los sistemas de transmisión y la tecnología al servicio de su tiempo. Estas son algunas de sus clasificaciones:
• Net.Art
Obras creadas para la red y distribuidas por diferentes redes sociales.
• Video art
Piezas audiovisuales que surgen en un principio como posición crítica ante los alcances del medio televisivo y que hoy son exhibidas y comercializadas en museos, galerías, y cinematecas online.
• Plataformas interactivas en pantallas y tablets táctiles
En red o como entretenimiento offline.
• Experiencias interactivas
Con sensores al tacto y al movimiento.
Los dos principales visionarios del arte digital
En nuestra opinión, Víctor Vasarely y Nicolas Schöffer son los pioneros.
Víctor Vasarely – Padre del arte cinético
En 1955, organiza junto con la galerista Denise René la mítica exposición Le Mouvement en París, agrupando artistas asociados al arte cinético que demandaban un rol participativo al espectador. Vasarely, en 1950, ya vaticinaba con claridad: «En el futuro, asistiremos a exposiciones proyectadas por artistas contemporáneos. Dos días serán suficientes para enviar una exposición grande en una carta de una parte del globo a otra. Y en una especie de documento adjunto en clave, el artista presentará las condiciones verdaderas e iniciales de su creación». (En Notes Brutes).
El arte digital, tal y como lo conocemos hoy, es el resultado de una compleja cadena de geniales hallazgos que a lo largo de siglos han entrelazado un brillante hilo conductor entre arte y ciencia. Durante el S. XX, la humanidad emprende una carrera sin tregua hacia el dominio de la velocidad y del movimiento. No queda duda de que muchos de estos avances científicos han recurrido al arte para poder ser explicados y asimilados. Ese particular enfoque artístico, íntimamente ligado a la ciencia, ha traducido conceptos complejos como la relatividad o la inmaterialidad en potentes metáforas, otorgándoles una connotación sensible, bella, a través del arte. De esta manera se activa el proceso perceptivo -frente, con o dentro de un obra- “que sucede”. Tal y como Jesús Rafael Soto apunta: “El arte es el conocimiento sensorial de lo inmaterial”.
Nicolas Schöffer – Padre del arte cibernético
El artista francés de origen húngaro Nicolas Schöffer, otro visionario, representa un punto de inflexión en el estudio del arte digital. Schöffer expande hacia lo ilimitado el arte cuando instaura el uso de la cibernética como herramienta para multiplicar exponencialmente los alcances de su propuesta artística, “creando la creación”. Schöffer continua potenciando su trabajo desde la cibernética como una toma de conciencia de los nuevos medios para la creación, como “la gran ley de la evolución”. Así mismo, este artista es responsable de la primera escultura cibernética CYSP-1, de 1956, y es artífice de la primera pieza de videoarte entendida como tal en 1961 (tres años antes que Nam June Paik, del grupo Fluxus).
En su texto La Ville Cybernetique, de 1969, Schöffer dice: “La sociedad no sufrirá ya más su destino, sino que lo creará”. Esta sentencia bien puede ser el epitafio de una era que hoy cede paso a otra, la era de la información, en la cual estamos invitados a crear nuestro propio destino. Habitamos la mayor parte del tiempo en esa “Ville Cybernetique”, una ciudad en el ciberespacio en constante expansión, cuya bandera es la comunicación en tiempo real y su idioma oficial: el digital.